jueves, 5 de agosto de 2010

Johan Santana se adapta a su nueva realidad


Entre las temporadas de 2004 y 2007, Johan Santana siempre mantuvo un promedio superior a nueve ponches por cada nueve actos lanzados. Acumular abanicados era una parte clave de su juego y una de las razones para que fuese el mejor pitcher de la tierra en esos años.

La receta era sencilla: una letal combinación de recta de 94 millas por hora y un cambio de velocidad que oscilaba entre 80 y 78 millas lo hacían casi indescifrable.

Pero el tiempo no pasa en vano. La mitad de esa fórmula –la bola rápida– ha perdido parte de su poder. Hoy viaja entre 88 y 92 millas por hora.

Este año, en el que está regresando de una operación en el codo, Santana tiene una media de 5,7 ponches por cada nueve entradas. Y en 2008 y 2009 fue de 7,9.

Dan Warthen, coach de lanzadores de los Mets, no tiene dudas de que su pupilo tiene las herramientas para seguir siendo un gran pitcher; pero advierte lo que se viene haciendo obvio desde hace un tiempo.

“Yo no creo que él vuelva a ser el gran ponchador que fue en el pasado”, dice el técnico durante una conversación en el dogout de Citi Field. “Creo que los ponches aparecerán en los momentos grandes, que es algo bastante importante”.

“Está tratando de ser económico, tirar 8 o 9 entradas con unos 100 pitcheos, dejar que te ayude la defensa y no tratar de ponchar a todo el mundo”, relata el técnico. “Cuando eres joven y estás lleno de vigor tratas de poncharlos a todos. Pero a medida que pasan los años te calmas un poquito y dices: ‘Epa, vamos a dejar que ellos hagan el trabajo’”.

En 147.2 entradas lanzadas en 2010 (sin contar el juego de anoche), el zurdo de 31 años suma 94 ponches. Su promedio de boletos, 2,7 por cada juego, es el más alto para él desde 2004, al igual que su WHIP (boletos más hits por entrada lanzada) de 1.22.

E igual sigue lanzando bien, arreglándoselas para sacar ceros. En 13 sus 22 aperturas ha permitido uno o menos carreras en 6 o más entradas.

“A medida que va pasando tu carrera vas haciendo ajustes”, reconoce el propio Santana. “Creo que los ponches van a estar en cualquier momento, pero esta liga es de mucho más contacto”.

“Si bien es cierto que el nivel de ponches ha bajado, también es cierto que el nivel de innings ha subido”, contrapuntea el “Gocho”. “Eso ha sido un balance positivo. Mientras más lejos pueda ir en un juego, más chance tengo de ganar y de que el equipo gane. Eso es más importante que un ponche. Prefiero lanzar ocho innings, con tres o cuatro ponches, que lanzar seis con 10”.

En realidad, la cantidad de entradas por juego de Santana se mantiene en el mismo nivel que el promedio que ha puesto desde 2004, 6,7 innings por apertura. Pero desde mayo, ha pasado de 7 en 12 de 15 salidas.

Economizar los pitcheos es la premisa del “Gocho”

Hay momentos, situaciones de juego, en las que el “Gocho” reconoce que extraña ese poder que tenía antes para ponchar rivales. “Me pasa a veces”, dice. “No todo el tiempo”.

La “K” no es un out cualquiera. Cuando usted poncha, elimina automáticamente la posibilidad de un blooper, de un error, de un hit de piedrita. Es out y punto; sin embargo, se necesitan por lo menos tres envíos para lograrlo.

“Me han tocado situaciones en las que dices: ‘Gracias por haberle hecho swing al primer pitcheo y haberme sacado de ese rollo’”, se ríe Johan.

Este Santana al que le ponen más la bola en juego, también le dan más hits. Es lógico. La relación de imparables por duelo es casi idéntica a la de 2009, 8,3 contra 8,4. En su época dorada, ese promedio se mantuvo entre 6,2 en 2004 y 7,5 en 2007. “Ahí es donde tiene que estar el famoso juego en equipo. No lo puedo hacer todo, hay que ser realistas. Aquí hay un equipo que tiene que hacer su trabajo”.

“El control sobre todas las cosas”

“Acuérdate que estuvo la operación”, indica el receptor y compatriota de Johan Santana, Henry Blanco. “Creo que ahora es que está empezando a agarrar más velocidad. El Santana del 2004 lanzaba 94, 95, 96.
Y creo que la operación ha impedido llegar a esas 95 millas. Está aprendiendo a defenderse ya que no tiene esa velocidad”.

“Es un tipo de que depende mucho de la localización de sus pitcheos y está aprendiendo a tomar ese camino”, añade Blanco. “Creo que se está adaptando a esas cositas. A buscar un dobleplay en vez de dos ponches”.

“Tienes que reconocer quién eres”, dice el coach de pitcheo de los Metropolitanos, Dan Warthen. “Él siempre ha sido capaz de dominar de ambas maneras. Es capaz de mover la pelota y, cuando está en problemas, meter la mano en el pote y decir, ‘aquí hay un poquito más”. La transición se hace y va completando con los años y con inteligencia”.

Ron Darling, ex lanzador de los Mets y comentarista del equipo, piensa que ya Johan realizó con éxito ese proceso de ponchador a pitcher de contacto.

“Es duro pasar de ‘dominar a los bateadores’ a ‘vencer a los bateadores’. Santana ya hizo esa transición. Hay distintas formas de sacar outs. Para él, antes eran los ponches. Ahora, son más los elevados”.

Warthen dice no tener ninguna duda de que la velocidad con la que trabaja Santana hoy – “entre 88 millas con su recta de dos costuras y 92 con la de cuatro”, especifica- puede seguir siendo exitoso.

“El poder está ahí. Con la forma cómo ubica sus pitcheos, eso es más que suficiente. Él tiene la ubicación y el movimiento. La velocidad lo hizo el gran ponchador que fue. Pero de nuevo, puede ponchar cuando lo necesita”.

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